Vinclada blog

(+18)

En comisaría

Luis no pudo contenerse y fue hacía Roberto, le agarró fuerte de las dos solapas de la camisa, le empotró contra la puerta y mirándole a los ojos le dijo en tono amenazador:

-¿Quién coño te has creído que eres para hacerme esto, eh? ¿Quién?

-Shhh…- Roberto le puso un dedo índice de la mano derecha sobre los labios como queriendo que guardase silencio y con la otra mano le acarició la mejilla dulcemente y le miró con ojos seductores- tranquilízate, no te sientas amenazado, aquí nadie te está chantajeando- quitó su mano derecha de los labios de Luis y la puso sobre su pelambrera en el pecho y empezó a acariciar suavemente su pectoral izquierdo aprovechando que la camisa estaba algo desabrochada- sólo quiero que veas claramente que… si tanto cariño le tienes a tu hijastro… quizás… me tengas el mismo cariño a mi- sonrió Roberto. Y su mano izquierda se deslizó desde la mejilla de Luis hasta el cuello, lo acercó para hablarle a su oreja y le dijo- Y ¿sabes? Me pone cachondo saber que soy tu… debilidad.

Luis no pudo evitar mirarle a los ojos y suplicarle:

-Por favor, no me hagas esto, soy un hombre casado y…- no supo qué más excusa añadir.

Roberto sonrió y le dijo:

-¿Sabes cuantas veces un hetero casado me ha puesto esa excusa y ha terminado comiéndome el rabo?- Roberto sacó su mano derecha del pecho de Luis y la deslizó suavemente por sus abdominales hasta su gran paquete y acarició su verga ya dura- me la pone durísima saber que tengo a mi merced al más macho de los policías de esta comisaria y saber que vas a hacer todo lo que yo te ordene… menudo rabazo tienes.

-Roberto, por favor, detente- le suplicaba Luis cada vez más sumiso.

Roberto acerco sus labios a los de Luis y le dijo:

-¿Sabes? Tengo una duda. Sé que me estás mirando con ojos de deseo y que te encanta que te acaricie la polla… lo que no sé todavía es si… ¿lo que quieres es meterme ese tremendo rabo y darle por culo a tu subordinado mientras piensas en tu hijastro? o bien… ¿que tu subordinado te rompa el culo y te haga disfrutar mientras te imaginas que se te folla él?- sin dejar que Luis reaccionara, Roberto le dio un beso apasionado en el que introdujo su lengua hasta el fondo y le besaba mientras notaba que el rabo de su jefe se hacía más y más grande.

El amigo de mi sobrino

De nuevo calor, mucho calor.

Yo los miraba. Ellos me miraban pero Roberto no venía ¿Y si venía mi sobrino? Ya me había quitado la chaqueta y el sudor hacía que mi blusa se me pegara al cuerpo. Recostada contemplándoles el sudor invadía mis piernas y mis pechos, la blusa se me pegaba al cuello y a los pechos dejando adivinar que no llevaba nada debajo. Pasaban los minutos y la única excitada parecía ser yo. En media hora había acabado mi bebida y nadie me había dirigido la palabra, apenas unas miradas inocentes.

"Se acabó", pensé. De todas formas la excitación, aún no habiendo pasado nada, era suficiente como para que mi marido y yo tuviéramos una buena dosis de sexo. Y así, excitada y decepcionada volví a la casa. Me fui a la cocina desde donde aún los veía en la distancia. Cogí una botella de agua fresca en la nevera y le di un trago. Luego apoyé mis manos en el frío mármol que rodeaba el fregadero y miré por la ventana hacia el jardín.

-¿Sabes? Antes lo dudaba pero ahora estoy convencido de que lo haces a propósito -. Era Roberto que había entrado en la cocina. Me dio un susto de muerte. Me quedé paralizada. Oía los pasos de sus pies descalzos por las baldosas acercándoseme lentamente pero yo no me volteé. ¿Qué haría él? ¿Qué haría yo?

-Ayer me enseñas el sujetador y hoy ya descaradamente me enseñas las tetas. ¿Es que tu marido no te folla como te mereces? -. Sus palabras me excitaban, ya tenía su aliento en mi nuca. Estaba tremendamente cachonda y mi entrepierna me lo confirmaba. ¿Era ese el momento de dejarlo con las ganas? Sus palabras me golpeaban fuertemente en la cabeza. Me había estado mirando las tetas estos días y yo que pensaba que ni se había fijado en mí. Me halagaba. Me excitaba.

Lentamente empezó a besarme el cuello desde atrás. ¿Es ahora? Pensaba yo. Los besos se tornaron en pequeños mordiscos que me hacían estremecer. Yo cerraba los ojos y me dejaba hacer.

-Me pusiste tan cachondo cuando estabas en la tumbona, con tu pinta de niña rica, mostrándome esos pezones a través de tu blusa…Estás tan buena Cristina, eres la fantasía de todos nosotros. Estos días no paramos de hacernos pajas pensando en ti, tu sobrinito también. Estás tan buena…- Yo gemía a cada mordisco, a cada palabra. Me los imaginaba tocándose pensando en mí, siendo el centro de sus fantasías como lo eran ellos de las mías. Si supieran lo de la ducha… -Mira como te estas poniendo de cachonda… -. En ese momento pasó sus manos por encima de mi blusa de seda, acariciándome las tetas, siempre por encima de la ropa. "Cuela esa mano por la blusa" pensaba. Mantenía los ojos cerrados pero sentía mis pezones queriendo escapar de mi cuerpo. Estaba completamente desesperada. Claramente había llegado el momento de mandarle parar pero mis pezones y mi coño no me lo permitían. Mi cabeza pensaba en mi marido pero mi cuerpo me pedía más susurros, más caricias…Notaba su pecho desnudo en mi espalda, estaba completamente mojado, como mi blusa, como mi falda, como mi coño. "Acaríciame más, descubre cómo me tienes" pensaba.

Sin embargo un "para" casi ininteligible salió de mi boca.

– ¿Seguro que quieres que pare?- me dijo. -Pararé si compruebo que no lo estas deseando-. En ese momento bruscamente envolvió mi falda en mi cintura dejando a la vista unas braguitas negras que me había regalado mi marido. Te prometo que pararé si realmente veo que quieres que pare. Yo ya sabía lo que venía y estaba completamente vendida. Mientras mantenía mis manos apoyadas y los ojos cerrados, él me abrió un poco las piernas y pasó dos dedos por encima de mis bragas, sobre mis labios que adivinaba completamente hinchados. Mojados. Una leve risa suya, un estremecimiento mío… -¿Estás segura de que no quieres seguir? Mírate. Estás chorreando, ¡Pero serás puta! Con lo recatadita que parecías con tu pinta de ejecutiva mal follada. ¿Quieres que siga? - Yo estaba en otro mundo. En el cielo. Mi marido y su plan habían desaparecido tan pronto había empezado a acariciarme, a susurrarme, a insultarme… Echó a un lado mi braguita y pasó un dedo por entre mis labios. El tacto de sus dedos en mí era el mayor placer del mundo, a la vez que vergonzoso el ruido que producían mis fluidos. Arrastraba sus dedos por mi interior para finalizar presionándome el clítoris, así una y otra y otra vez.

-¿Quieres que te folle?- Me susurró.

-Sí, le dije gimiendo.

-Vuelve a decírmelo.

-Quiero que me folles, por favor fóllame aquí mismo -. Eso le supliqué ya completamente desesperada. Estaba chorreando, sus dedos habían hecho mella y líquidos de mi interior resbalaban por sus dedos y mis piernas. Tan pronto escuchó mi respuesta desesperada me dio la vuelta y agarró mis pechos fuertemente con ambas manos. Con un par de manotazos había abierto mi blusa y ante sí se mostraron mis pechos completamente hinchados, que habían aumentado enormemente su tamaño por la excitación. Empezó a comérmelas. A mordérmelas. Me impregnaba completamente de saliva. Yo gritaba de placer y de dolor mientras le pedía que me las comiera, que me las comiera más fuerte. Cada vez gritaba más, estaba descontrolada. "Si me viera mi marido" pensaba fugazmente, pero en lugar de apartarme yo misma me agarré un pecho para que me lo comiera.

-No puedo más me dijo. Me agarró y me puso contra la mesa de la cocina.

-Fóllame, fóllame ya - . Le decía. Mi calentón era imperdonable. Se sacó el bañador sin que yo pudiera verle la polla y me quitó las bragas en dos tirones. Pasaron unos instantes desde que me las quitó, tiempo justo para que yo me imaginara a mi misma con la falda en la cintura, mis pechos contra la mesa y mis zapatos de tacón anclados en el suelo esperando sus embestidas. – ¿A que esperas? –le dije desesperada.

-Ahora, zorrita, ahora – Me dijo mientras ya notaba la punta en mi coño. ¡Dios mío era lo mejor del mundo! La metió lentamente pero de una sola vez, demostrando aún más mi excitación. Estaba completamente abierta. Abierta para él. La metía y la sacaba de mí y yo no paraba de gritar y pedirle que me diera más caña, estaba completamente ausente del mundo. Como si sólo existiera él, su polla y yo. Pero cuando ya pensaba que no podía estar más excitada empezó a tratarme como tantas veces le había pedido a mi marido que me tratara, empezó a insultarme mientras me tiraba de la melena hacia atrás. Él me decía que era una puta y como tal tenía que tratarme, mientras, yo le llamaba cabrón y a veces le decía que parara y otras veces que me diera más fuerte. El ruido de sus huevos chocando contra mí era ensordecedor. Me tiraba tan fuerte del pelo que mantenía todos nuestros músculos en absoluta tensión. El gusto de su polla entrando y saliendo de mí, el morbo de la situación, no me habrían dejado parar de follar aunque estuviera mi marido presente. Después de esos insultos estaba a punto de correrme cuando desde atrás escuché un "no puedo más". Se salió de mí, me agarró y arrodillándome empezó a masturbarse delante de mi cara. Sabía lo que venía, me estaba tratando como una puta, como quiero que me traten cuando estoy tan excitada, me estaba dando lo que yo quería sin él saberlo y se lo recompensé abriendo la boca y poniendo mis manos en la espalda. Empezó a gemir y a convulsionar mientras tenía su mano izquierda en mi cabeza y la derecha en su polla. Como un estallido empezó a salir semen de su joven pedazo de carne, los tres primeros en mi boca y hubo más que caían en mis pechos, en mi blusa y en mi falda. Tragué lo que pude y lo que no lo dejé caer de mi cara. Sin recuperar la compostura se la limpié suavemente como se merecía.

La infidelidad se había consumado pero mi excitación seguía intacta. El plan no había salido como se esperaba y realmente lo único que deseaba era que me follara otra vez. ¿Y si se lo decía a mi sobrino? ¡Qué vergüenza!

-¿Vamos a la piscina? – dijo Roberto como si nada hubiera sucedido.

-¿Qué? ¿Ahora? – Acerté a decir.

-Siento que te hayas quedado con las ganas, ¿Quieres más? –Dijo con cierta sorna.

Me abotoné la blusa bañada en semen y no dije nada. Mientras me ponía las bragas y me arreglaba la falda le miraba dándole a entender que sí, que quería que me follara una vez más.

-Pues a mí no me apetece mucho, me apetece más contarle mi proeza a tu sobrinito.

-Ni se te ocurra, por favor, en serio. No le digas nada a Carlos.

Roberto me miró pensativo y me dijo: - Haremos una cosa, tú me haces un favor y yo te hago otro. Tu favor será acompañarme así a la piscina.

-Vale, espera que me cambie- Le dije.

-No, no. Así. Tú me acompañas y te pones en tu tumbona como siempre pero así vestida. Manchada. Y al cabo de un rato, bien calientes, iremos a tu dormitorio.

Me miré y estaba completamente impregnada de su semen, sobre todo la blusa. Pero una imagen del chico follándome en mi dormitorio me hizo aceptar. Me lavé la boca y así vestida me fui con él a la piscina.

En la playa

Por la mañana decidimos ir a la playa, a la nudista claro. Al llegar había 4 o cinco parejas, algún grupo, y dos chicos gays a los que se veía muy acaramelados. Nos pusimos en nuestro rincón habitual, algo alejados del resto. En realidad la playa es suficientemente grande como para que no tengamos que estar unos encima de otros, lo que nos da cierta intimidad.

A Silvia le costó despojarse de todas sus prendas. Primero, se quedó en bikini. Un ratito después, tras mirar a todos lados, se quitó la parte de arriba. Y por fin, a la media hora, mas o menos, se quitó el pequeño tanga con el que tapaba esa precioso coño tan arregladito.

Ellas empezaron a hablar de depilaciones

-¿Cómo te lo haces? –preguntó Mar, refiriéndose a la depilación de ingles

-Normalmente con cuchilla, pero a veces con pinzas, si no es mucho. ¿Y tu?

-Yo me hice con láser, y me dejé una tirita en el centro. Pero en verano me lo afeito del todo, como ahora –dijo, mostrando su sexo depilado –con una máquina del cortar el pelo. Y por abajo, por aquí, por los labios me lo corto con tijeras y con cuchilla de afeitar. Normalmente me lo hace Jaime

La conversación me permitía mirar descaradamente a sus coños sin que resultara molesto. Como mi pene empezaba a ponerse morcillón, me tumbé bocabajo.

-No sé, yo una vez me lo depilé entero, pero me picaba mucho, así que volví a dejármelo crecer.

-A mi me gusta lo suavecito que se me queda –y tomado la mano de Silvia la acercó a su coño -¿Ves? Queda muy suave.

Como esas conversaciones tal vez no me convenían, preferí evadirme de la conversación y concentrarme en la lectura del libro de Vazquez Figueroa que había comenzado esa semana. Al cabo de un rato, bastante rato, volví a engancharme de nuevo a ella.

-La verdad es que esto del nudismo está bien. Pensé que estas playas estaban más concurridas, y que estábamos pegados unos a otros en bolas. Así, con un poco más de intimidad, es otra cosa.

-Mira, en plena temporada, la cantidad de gente es muy grande. Ahora no es temporada alta, hay mucha gente que todavía no ha empezado sus vacaciones y la verdad, se está bien, cómodos.

-Aquella pareja –dijo, señalando a unos jóvenes que estaban bastante alejados de nosotros, en un lugar un poco apartado –están muy acaramelados. Como sigan así, va a acabar follandosela aquí mismo.

-¿Y eso te escandalizaría? –dije yo, para ver cual era su respuesta

-No sé... no es el sitio. ¿Vosotros habeis visto a alguna pareja follando por aquí, en esta playa?

-Bueno, así descaradamente no, pero a veces se ponen muy cariñosas –dijo Mar, sonriendo.

Y haciendo una pequeña pausa, añadió:

-¿Y vosotros? ¿Habéis follado aquí alguna vez?

-No seas indiscreta –dije yo, para provocar su ansia de respuesta

-No, en serio, ¿habeis follado aquí alguna vez?

-Follar no –dijo rápidamente Mar –pero tontear un poco, eso sí

-¿Tontear?

-Si, tocarnos un poco, unos calentones, esas cosas. Un día, por ejemplo, le hice una paja

-¿Le hiciste una paja, aquí? –dijo Sil asombrada, que llevaba ya un rato intentando que la conversación girara y se hiciera algo más picantona. Es posible que el calentón de la noche anterior todavía durara

-Si, ¿qué pasa? ¿tu nunca le has hecho una paja a tu novio?

-Muchas veces, pero no en una playa, así, con gente...que corte. ¿Y si os ve alguien?

-Pues no pasa nada. No nos conoce nadie. Seguramente, miraría con discreción, y se llevaríá un calentón para el cuerpo mirando. Además, eso le da mucho morbo al asunto. ¿verdad? –dijo Mar, mirando hacia mi

-Verdad, verdad –dije yo, con absoluta sinceridad

-¿Y como os ponéis?

-Mira –dijo indicando a Silvia – yo me pongo como estás tu ahora, uno poco mas girada. Ël se tumba de lado, y así los de este lado, lo que quedan a su espalda no pueden ver nada. Los que quedan a mi espalda, tampoco, lo tapo yo. Y la sombrilla tapa a los de detrás poniéndola baja. Solo desde el frente, y no suele haber nadie, se vería un poco.

Empezó a pensar y mentalmente trató de componer la situación. Después se cambió de sitio ligeramente, y nos dijo:

-Mira, así tampoco nos vería nadie. Quiero decir, que no os vería nadie...

-Vale, vale. Pero ahora no me voy a poner a hacerle una paja a Jaime, tranquila.

-¿No? Pues te aseguro que si yo te colocas aquí, donde estoy yo no te vería ni Dios.

-Pero ahora estoy tumbada aquí, y no voy a hacerle una paja a Jaime. Joder, sí que estás calentona, sí...

Reímos los tres. Yo prefería no intervenir, a pesar de que era parte interesada, interesadísima, en el negocio.

-Házsela tú, si tantas ganas tienes. Si sabes, claro. Y si te atreves...

-Es tu marido, so putón –le dijo a Mar, con cierta sorna.

-Yo si me atrevo, no tengo ningún problema, y se la he hecho más de una vez aquí. Tú mucho hablar, pero luego, como con el chico de ayer... a dos velas.

Mar estaba retando a Silvia. Ojalá reaccionara, y aceptara el reto, por lo que me correspondía. Silvia se colocó un poco. Mar se había vuelto a tumbar y estaba con los ojos cerrados. Parecía que Mar estaba esperando saber si Silvia se atrevería realmente o no.

Y se atrevió. Sin decir nada, se colocó todavía un poco mejor, tapando algo más lo que pudiera verse desde cualquier parte, y después de comprobar una vez más con la vista que no había nadie mirando, observó durante un instante mi pene y...lo cogió con la mano. Estaba morcillón, no estaba tiesa del todo. Empezó a mover la mano.

-¿Así está bien? - preguntó.

Yo, medio sorprendido, deseando que no se echara para atrás, pero actuando prudentemente ya que estaba casado, le dije a mi mujer:

-Mar, para tu información, se ha atrevido. Me está haciendo una paja.

-Pues a ver si es capaz de acabarla, porque esta es de las que empiezan las cosas y después tenemos que ir las demás a finalizarlas...

Empezó con un ritmo lento, de forma miedosa. Fue cogiendo confianza, y paralelamente, mi polla fue aumentando de tamaño hasta mostrar todo su esplendor. Silvia notaba como mi pene crecía en su mano, y apretaba cada vez mas.

-¿Qué tal vas?

-Bien, bien...-decía yo, de forma entrecortada.

Me estaba haciendo una paja Silvia, la amiga de mi mujer, con ella delante, simulando que no le importaba lo que estaba pasando. Yo sabía que no era cierto. Seguramente estaba excitada, seguramente estaba algo celosa, pero el morbo podía con ella. Y Silvia no paraba, parecía dispuesta a hacer que me corriera. Toqué un poco su muslo.

-Toca lo que quieras, para animarte un poco, no te cortes – dijo Silvia – Tu marido me está tocando, Mar.

En ese momento Mar se irguió, para poder ver con todo detalle lo que estaba pasando. Silvia seguia su ritmo cada vez más acelerado. Yo acariciaba ligera y tímidamente una teta a Silvia, y jugaba con su pezón. Mar nos miraba a los dos. Aceleró un poco más todavía, yo me estremecí, agarré totalmente la teta derecha a Silvia y...me corrí. Me derramé totalmente sobre el muslo de Silvia.

-Joder, como te has corrido – dijo Silvia, dándose cuenta de la abundante y espesa corrida que tenía en ese momento sobre su pierna. Espera que me limpio un poco y te la limpio.

Se ocupó de su muslo con la toalla, y me secó totalmente la polla.

-Espera, que se la limpio yo –dijo Mar. Y sacando un clinex de la bolsa de playa, empezó a secarme la polla, hasta comprobar que no quedaba ningún resto de semen por ningún lado.

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Tomando declaración

-Me llamo Roberto- dijo el agente con una sonrisa encantadora. -Bueno, dejémonos de cháchara, cuanto antes acabemos, antes nos iremos. Y dime, ¿cómo era el ladrón? ¿Lo viste bien? ¿Podrías describírmelo?

- Pues a decir verdad sí que lo vi. Te lo cuento todo desde el principio:

Salía yo de una cena de empresa de un restaurante. Pero salía sólo porque me quedé hablando un rato más con el dueño. Como la entrada principal estaba cerrada porque ya era muy tarde, tuve que salir por otra que daba a un callejón, ya sabes, de estas que cierras y después no puedes abrir. El callejón estaba muy poco iluminado pero lo suficiente como para que revisara mi cartera para ver si me habían devuelto el dinero correctamente y para ver claramente a una persona. Entonces escuche una voz de un hombre de mediana edad que me preguntaba si tenía tabaco. En ese momento  me giré y le dije que no, así que…

- Disculpa que te interrumpa Jorge, pero ¿cómo era?

- Pues, era más o menos de tu misma altura pero tenía el pelo a melena hasta los hombros y liso, los ojos azules claros, llevaba una barba no muy espesa y era rubio, un rubio más bien castaño… mmm, la constitución era más o menos la tuya. Llevaba unos pantalones vaqueros, una camiseta… y una chaqueta… mmm, sí eso es.

- A ver Jorge, una cosa antes de continuar. Es muy importante que en las descripciones des detalles exactos. Los delincuentes no se pueden describir a la ligera. En una descripción el físico es muy importante y me ha parecido que los detalles más objetivos, que se aprecian en la cara como los ojos el pelo y la barba los has dado bastante precisos. En cambio, por lo que respecta al cuerpo… mmm, me he quedado igual. Tienes que ser más concreto. A ver, cuando dices que la constitución era más o menos la mía… mmm, ¿a qué te refieres?

-Bueno, pues que el chico estaba…

- ¿Mazado, fuertote, cachas? Puedes decirlo. Es más, necesito que lo digas.

-Bueno sí, estaba como tú… así, cachas.

Roberto empezó a notar que le daba reparo hablar del físico. Y eso le gustaba, porque sabía que le parecía excitante y no quería reconocerlo. Así que decidió llevarlo a su terreno y ponerlo entre la espada y la pared.

- De acuerdo y los pantalones, ¿cómo eran?

- Bueno, llevaban algún corte y eran ceñidos… bastante ceñidos.

-Vamos, que le hacían un paquetazo enorme. Puedes decírmelo sin problemas, ¡eh!- dijo el agente tal cual.

Jorge no pudo evitar ruborizarse y tragar saliva y dijo titubeando:

-Bueno… no me fijé muy bien… supongo que sí. Bueno… era grande.

Entonces Roberto se levantó de la silla para que se le apreciase bien y dijo:

- Para ponértelo más fácil te daré un ejemplo ¿Tenía un paquetazo como éste o más grande?- dijo agarrándoselo con una mano de una manera muy provocadora y con una media sonrisa en la cara.

-¡Joder!- dijo Jorge sin querer- es decir… que era grande como… el tuyo.

Entonces Roberto se sentó y continuó complacido al ver que le había impresionado- De acuerdo, ¿y la camiseta y la chaqueta?

-Bueno, pues eran una camiseta blanca… eh, también apretada que le hacía unos bueno abdominales y unos pectorales… tremendos, bueno, que se le notaban unos pezones grandes. Y la chaqueta era de cuero marrón y le daba un aire… atractivo.

-Vamos, que estaba muy bueno.

-Sí… sí- reconoció finalmente Jorge.

-Bueno, y cuéntame ahora ¿qué te dijo y qué hizo?

-Bueno, pues me preguntó si tenía tabaco, me giré y le dije que no. Nos quedamos un rato mirándonos fijamente.  Así que se acercó, pasó por mi lado y continuó su camino. Yo me fui por el camino por el que él vino y de repente me asaltó por detrás agarrándome del brazo derecho, retorciéndomelo y empotrándome contra la pared, y dijo:

- Vaya, vaya… ¿qué tenemos aquí? Si es un hombretón muy bien vestido. Seguro que llevas cosas interesantes encima.

-Entonces empezó a cachearme y pasó su mano izquierda por mi pecho y me dijo:

- Si intentas algo te retorceré el brazo así que más te vale estarte quietecito.

-Entonces… bueno- Jorge empezó a ponerse nervioso. Así que Roberto aprovechó la ocasión para llevar a cabo lo que pretendía.

-¿Sabes qué vamos a hacer?- se volvió a poner de pie y le dijo- vamos a representar lo que pasó.

-¿Cómo?- preguntó atónito Jorge.

-Sí, yo voy a ser el hombre que te atracó y así me comentarás exactamente qué hiciste.

Sin que Jorge dijera nada le cogió de la corbata, le levantó y le llevó a la pared. Le cogió del brazo derecho y le empotró como había descrito anteriormente y le puso la mano en el pecho. A continuación le dijo:

-Muy bien Jorge, ahora dime qué más hizo.

-Bueno… empezó a manosearme los pectorales metiendo la mano por entre los botones- y Roberto lo hizo muy sensualmente acariciándole incluso los pezones. Jorge empezó a excitarse y al mismo tiempo a ponerse nervioso. Tenía a un policía muy mazado cacheándole y eso le estaba poniendo muy cachondo. Le cacheaba los abdominales y le decía a la oreja:

-¿El ladrón estaba empujándote con mucha fuerza contra la pared?

-Bueno… con algo más de fuerza- entonces el policía sacó la mano del pecho de Jorge, la puso en su pelvis y acerco su paquete al culo de Jorge. En ese momento Jorge notó que el rabo del policía estaba ahora morcillón. Estaba notando cómo la polla de aquel policía rozaba su culo y se excito todavía más. Entonces Roberto dijo:

-¿Así de empotrado contra la pared estabas?

-Sí… y después cogió mi cartera que estaba en el bolsillo delantero izquierdo y se marchó- Jorge estaba muy excitado pero sabía que aquello no estaba bien. En aquel momento notó cómo Roberto metía su mano hasta su bolsillo e hizo como que le robaba la cartera… pero no le bastó con eso, inclinó su mano hacia donde se encontraba la polla ya dura de Jorge y toco la cabeza suavemente y le dijo:

-Vaya… sí que la tienes dura…

-Espera un momento, esto no esta bien, detente.

Roberto sacó su mano del bolsillo de Jorge y la pasó por delante del paquete. El falo de Jorge estaba erguido y Roberto lo cogió con toda su mano y empezó a pajearlo. Jorge no pudo evitar soltar un gemido de placer acompañado de un “Dios”, lo que dio a entender a Roberto que le estaba gustando. Pero los remordimientos le reconcomían y le dio un codazo con el brazo izquierdo y se liberó de Roberto poniéndose frente a él. Y Roberto le dijo:

-Pues contra mí sí que te has atrevido a defenderte… y eso me pone muy cachondo- dijo Roberto agarrando y pajeando su gran rabo que ya estaba del todo tieso. Jorge no pudo evitar quedarse boquiabierto un par de segundos y tragar saliva, delatando que estaba impresionado y excitado. Pero eso no era lo que más le delataba sino el hecho de que tenía la polla durísima.

-Espera un momento, esto no está bien además yo soy un hombre casado.

Entonces Roberto dijo:

-Me encanta tu respuesta.

-¿Cómo?

-Me gusta tu respuesta porque lo que has dicho no ha sido ni “no quiero” ni “no me gustas”. Has recalcado que estás casado, no obstante no estás muy feliz. Eso es porque te pone la situación y te pongo yo. Te digo esto sin equivocarme, en menos de 15 minutos mi enorme rabo estará penetrando tu culito prefecto, mi rabo se follará a tu culo y tu no podrás hacer otra cosa que gemir.

Jorge estaba cachondísimo pero decidió marcharse y dijo:

-¡No me jodas! soy hetero y estoy casado y sólo se me he empalmado porque… la situación era muy… excitante. Y ahora me largo- entonces Jorge intento abrir la puerta y vio que no podía- ¿qué coño pasa? ¿Por qué está cerrada?

-Tú no te has dado cuenta, pero la he cerrado con llave al entrar- le dijo enseñándole una llave pequeña- en la comisaría no queda nadie más, cuando te esté follando ese culo de hetero casado del que tanto alardeas te prometo que podrás gritar y gemir todo lo que quieras porque no nos oirá nadie. Además, soy policía y cumplo con la justicia, y lo justo en este caso es no retenerte contra tu voluntad así que te dejaré salir.

-Dame la llave- le dijo Jorge en tono amenazante.

-Me pone que te pongas machote, así que ven a buscarla- Roberto abrió un poco su pantalón y dejó caer la llave dentro de su paquete- eres libre de hacer lo que quieras. Mi rabo es tuyo- Roberto se apoyó en la mesa dando a relucir su paquete son su pene erecto- haz lo que quieras de él, pero te aviso ya de que en cuanto me desabroches la cremallera no hará falta que te obligue a nada. Tú solo me chuparás mi empinado rabo.

-¡Eres un cabrón! ¡Me has traído aquí con la intención de follarme!- exlamó Jorge.

- Hahaha- rió muy levemente Roberto- no seas cínico. Me fijé en cómo me mirabas de arriba abajo, en cómo te fijabas en mi culo y estando en la habitación en cómo me mirabas el paquetazo. Yo sólo me cercioré de que te ponía cachondo.

Entonces Jorge se abalanzó sobre Roberto cogiéndole de la camisa de botones que le quedaba tan ceñida y le dijo:

-¡Déjame salir de una puta vez!

-Joder cabrón, ¡cómo me pones!- Roberto le cogió de las manos y estiró fuerte hacía los lados de manera que desabrochó su camisa dejando al descubierto sus pectorales y sus abdominales tan bien definidos- te gusto, ¿verdad?

-¡Dame la llave ya!- Jorge se soltó de una de las manos y la metió en el paquete de Roberto, pero tenía la polla tan grande que lo único que tocaba era aquel bultazo. Entonces Roberto, rápidamente para evitar que cogiera la llave, le cogió la mano que tenía dentro de su paquete con su mano izquierda para que no pudiera sacarla- cabrón, ¡suéltame la mano!

-Vaya… ¿así que no la puedes sacar? ¡Pues hazme una buena paja!- Roberto empezó a mover la mano de Jorge arriba y abajo pajeando su miembro- ¡admite de una vez que te gusta! Eso es… agarra bien este rabo, porque es todo tuyo y puedes hacer lo que quieras de él.

Roberto cogió con su mano derecha la nuca de Jorge y lo acercó hasta su cara, entonces empezó a comerle la boca. Le metió toda la lengua y le besó de una manera muy sensual. Jorge la tenía durísima y estaba excitadísimo. Consiguió sacar la mano del paquete de Roberto con la llave y se apartó unos centímetros de él, miró la llave un segundo y dijo:

-¡Que le jodan a la puta llave!- se lanzó a los brazos de Roberto y empezó a besarle poniendo sus manos en las mejillas de Roberto. Se besaban lengua con lengua y Roberto aprovechó para meter su mano esta vez en el paquete de Jorge, agarró su polla y la empezó a sacudir.

- ¿Sabes? La tienes muy gorda. Después de que me la chupes te la chuparé yo. ¡Quiero que me atragantes con tu pollón! Pero primero lo primero…

Jorge se puso de rodillas frente a ese miembro que tanto le excitaba y desabrochó la cremallera, el cinturón y el botón, Tenía ante él ese rabo que debía medir unos 25 cm que estaba erguido hacia el lado izquierdo. Le bajo los calzoncillos y empezó a chuparle su enorme polla. Empezó chupándola poco a poco, saboreándola y cada vez se la metía más adentro, pero no le cabía toda. Entonces Roberto le cogió de la cabeza y se la empujó para que tragara más hasta que se atragantó y tuvo que sacarla.

-¡Hijo de puta! ¡Casi me atragantas con tu rabo!

-Y eso me encanta- se quitó la camisa, levantó a Jorge, le quitó el traje chaqueta y de un tirón rompió todos los botones de su camisa dejando al descubierto aquel torso atlético que tan cachondo ponía a Roberto. Roberto se acabó de quitar los pantalones y los zapatos, empotró contra la pared a Jorge, se arrodilló, le bajó los pantalones y el calzoncillo y le dijo:

-¡Atragántame con este rabo tan gordo que tienes!- se la empezó a chupar de una manera increíble.

-¡Cabrón, la chupas mejor que mi mujer! ¡Joder, y te cabe toda en la boca!- Roberto saboreaba ese falo tan sabroso que chupaba de una manera magistral. Se lo metía en la boca, se lo sacaba y le hacía temblar las piernas cuando le chupaba el glande. Le estaba haciendo la mejor mamada de su vida- ¡cabrón continúa, me encanta!

Roberto dejó de chupársela, se levantó le dio la vuelta y con las esposas de su uniforme lo enmanilló. Apoyó el pecho de Jorge sobre la mesa poniéndolo por fin a cuatro patas y le dijo- este culo es mío y te lo voy a lamer hasta dilatártelo y que te quepa mi rabazo- entonces empezó a lamerlo y a comerle el culo. Introducía su lengua dentro de su ano y le azotaba las nalgas. Jorge estaba disfrutando muchísimo y gemía:

- ¡Continúa, cómete mi culo, es todo tuyo, dilátamelo y méteme ese pollón de policía machote que tienes!

Roberto se levantó y le dijo:

-Tú lo has querido, te voy a romper ese culo hetero y virgen que tienes. ¿Sabes? No es la primera vez que me follo a un hombre casado. Y mientras me los follo me piden que siga y siga. Les doy lo que merecen y a tu culo también se lo voy a dar, le voy a dar el placer que se merece. ¡Tu culo tragón va a devorar mi polla!- Roberto empezó a meterle un dedo para dilatarlo más, dos dedos, tres dedos... Jorge no paraba de gemir y le suplicaba que siguiera:

-Por favor, ¡fóllame como un cabrón!

-Tú lo has querido- le dijo Roberto.

Entonces introdujo la punta de su rabo y poco a poco fue metiendo un poco más. Al principio le dolía un poco, pero poco a poco el culo de Jorge fue abriéndose y acostumbrándose a aquella polla. Roberto empezó a meterla y a sacarla cada vez más fuerte y más rápido mientras le decía- ya tienes lo que querías, ¿verdad? ¿Querías que un policía macizo como yo te follara este culo tan tragón que tienes?- conforme más fuerte era la embestida más disfrutaba Jorge.

-¡Ahhhhh! ¡Síííííí!- Gimió Jorge- ¡Sigue follándome el culo cabrón! ¡Dame lo que merezco!

-¡Prepárate porque te la voy a meter hasta el fondo! ¡Trágate todo mi rabo!- Roberto se la metió hasta el fondo y Jorge que hasta el momento tenía el pecho apoyado en la mesa se levantó y Roberto le cogió el rabo y se lo empezó a sacudir- me encanta follarme tu culo. Desde el primer momento en que me fijé ya sabía que tenías un culazo de estos que te follas y las nalgas suben de tan pomposo que tienes el culo- entonces Roberto aceleró las sacudidas, cada vez eran más fuertes y más rápidas y en ese momento empezaron a besarse y Jorge disfrutaba de la follada de culo que le estaba haciendo Roberto y del pajón.

-Voy a hacer que sientas la mejor corrida del mundo- Roberto le sacó la polla y lo puso boca arriba en la mesa ocupándola toda como si de una cama se tratara, le levantó las piernas y lo volvió a penetrar hasta el fondo, entonces se apoyó encima de él mientras se lo follaba. Con una mano le tocaba un pezón y con la otra le sujetaba la cabeza y empezó a besarle muy apasionadamente. Mientras Roberto se follaba el culo de Jorge, con los abdominales le rozaba ese rabo tan gordo que tenía y de lo excitado que estaba no tenía necesidad de agarrársela. Entonces Jorge le dijo:

-Cabrón, ¿qué me haces? Si no paras vas a hacer que me corra sin tocarme.

-Eso es lo que pretendo, follarte tu culito hetero y con la fricción de mis abdominales hacer que te corras mientras miras la cara del policía que te rompió el culo por primera vez.

-Detente que me corro, ¡para!- suplicaba Jorge.

-¡Me encanta que te resistas! ¡Pero aquí acatas mis órdenes! ¡Córrete machote!- Roberto le follaba tan bien que Jorge no pudo evitar correrse entre sus abdominales.

-¡Sííííííí! ¡Fóllame cabrón! ¡Méteme ese rabo de policía que tienes! ¡Ahhhhhhhh!

Ambos disfrutaron mucho y cuando por fin acabo de correrse Jorge, Roberto bajó de la mesa empezó a pajearse y le acercó la polla a la boca.

-Ahora te tragarás el semen del policía que te acaba de hacer la mejor follada de tu vida- Jorge abrió la boca y Roberto empezó a correrse. Empezó a soltar mucho semen en su boca y otra tanta le salpicó en la cara.- ¡Oh Dios! ¡Mira cómo me corro en tu boca! ¡Ahhhhhh!

Jorge se tragó todo lo que entró en su boca y lo que salpicó en su cara Roberto lo acercó con su polla hasta su boca. A Jorge le encantaba ese tipo de sumisión.

-¡Me acabas de hacer la mejor follada de mi vida!- dijo Jorge

-La próxima vez serás tú el que me rompa el culo a mí- dijo Roberto sonriendo- y me harás disfrutar como he hecho yo.

Y le dio un beso apasionado mientras acariciaba su cara.

De compras con mi sobrino

Era verdad, estaba excitada. No quería reconocerme a mi misma que me estaba poniendo a tono la situación, pero debía estar mojando las ‘pedazo de bragas’, que decía mi sobrino. Miré entonces, institivamente su paquete. La tenía tiesa, el muy descarado. Mucho bromear, mucho aparentar que era inmune a la excitación y que la escena le parecía tan normal, pero allí estaba, con su pene delator haciendo tienda de campaña en su pantalón vaquero. Mis instintos de hembra que lleva mucho tiempo sin follar se apoderaron de mi mano. Le agarré el pene, bromeando. La tenía durísima.

"Yo tendré los pezones de punta, pero a ti se te ha puesto tiesa."

"Y qué quieres, como una hembra como tú delante..."

Ya no sabía si controlarme, o descontrolarme del todo. Me apetecía hacer una locura, pero no era plan. El lado bueno de mi mente luchaba a brazo partido con mi lado perverso. Solté el pene, mirándole fijamente y sonriendo

"Como vuelvas a hacer eso, te toco las tetas", me dijo. Mi mano, como si tu viera un resorte volvió a coger su pene, apretándoselo, retándole. No sería capaz...Pero lo fue. Casi de forma inmediata, puso su mano en una de mis tetas, y empezó a masajearla. A diferencia de mi, que tenia su pene cogido de forma brusca, él agarró uno de mis pechos desnudos con delicadeza, sobándolo, masajeándolo, entreteniéndose acariciando el pezón. Yo rebajé la presión que ejercía en su verga, y la acaricié.

"Si tu sueltas, yo suelto", me dijo.

Yo no tenía ninguna intención de soltar. Empezamos a oir los pasos de la dependienta

"Si tu sueltas yo suelto", insistió.

Los pasos se acercaban, y ambos éramos cabezotas. Ninguno quería acabar aquello. Los pasos sonaban justo al lado del probador

"¿Qué tal le queda?", dijo la dependienta retirando la cortina, casi a la vez que ambos nos separábamos.

Un momento, que todavía no me lo he probado -dije, ante la mirada extrañada de la dependienta.

Tenía mucho calor. La sangre se había agolpado en mi cara, en mi cerebro...y en mi sexo. Notaba los latidos de mi corazón. Como pude, me coloqué el sujetador. No me quedaba mal. Era casi transparente, pero ciertamente, realzaba mucho mi pecho. Mirando a mi sobrino, dije:

"¿Qué tal me queda? ¿Te gusta más que el otro?"

"Me gusta más cuando te lo quitas", dijo, y retiró la tela del sujetador dejando uno de mis pechos al aire. Se agachó ligeramente, metiéndose mi pezón en la boca y acariciándolo con su lengua.